Ha pasado justo un mes desde que volví de Ghana y todos los días me acuerdo de lo que viví y lo que aprendí.
Antes de ir, los comentarios más escuchados fueron, ¿Vas sola? ¿Y no te da miedo? Y son dos sentimientos que en ningún momento tuve, tuve muchos otros sentimientos, pero no el de soledad o el miedo. En los quince días (experiencia corta, pero intensa) nunca me sentí sola, claro que en el aeropuerto de Casablanca conocí a la que sería mi compañera de habitación en Koforidua y ahí se acabó el “viajar sola a un país desconocido” jejeje. Y miedo… es difícil sentir miedo cuando la primera persona que te recibe, es alguien como Wisdom (el coordinador en koforidua). Una profesora me dijo que las personas nada más conocerse hacen “chas” (chasquido con los dedos) o no hacen, si conectas o no desde el principio. Con él sentí que hacía “chas” desde el minuto 1 (hubo razones muy especiales que nos hicieron ver la gran persona que es y lo comprometido que está con la organización y los voluntarios). Luego ya, conoces a las familias, los niños y la gente de allí, y ves que es difícil sentir miedo. Además con todos haces “chas” ya que su saludo entre amigos al darse la mano termina con un chasquido (algo que no aprendí a hacer).
Bueno, y una vez con Wisdom y el taxista nos dirigimos del aeropuerto de Accra a Koforidua y empiezan quince intensos días en los que no dejo de sorprenderme. Puede ser lo pronto que empiezan el día y la energía con que se levantan, las comidas (algunas más raras que otras), me sorprende como ellos nos llaman a los blancos, Obrowni (no sé cómo se escribe) y como nos saludan al pasar, los mercados, las escuelas (algunas poco se parecen a las que estoy acostumbrada), me sorprende su tranquilidad con los “no horarios”, sus coches o tro-tros (transporte público –furgonetas), y por su puesto su forma de conducir… Y aun así, pienso en volver.
Los días en la escuela eran variados, entretenidos y agotadores, ni que contar los días en “la land”, el terreno que se está preparando para la construcción de la nueva escuela, al que se nos ocurrió decir el primer día que podíamos hacer trabajo intensivo mañana y tarde, el segundo día ya no fue así… Aish… ¡pero cuanto echo de menos aquellos “agotadores” 15 días!
No sé si aprenderían algo de mí (espero que sí ) pero sí que sé que yo he aprendido muchísimas cosas de ellos y que seguro que si vuelvo, aprenderé muchas más. Así que, sólo pienso en volver.
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