Llevo haciendo voluntario desde los ocho años. La primera vez que fui a Ghana, agosto de 2018, pensé que cumpliría el sueño de un voluntariado de larga duración y a otra cosa mariposa. ¡Qué equivocada estaba!
Hace ya casi dos años que pienso a diario, reitero a diario, en la gran familia que tengo allí. Wisdom, Rose, mis niños, mi propia familia de acogida, mis amigos… tengo tanto amor allí repartido que siempre estoy soñando con una nueva visita. El segundo año que viajé allí fue maravilloso ver cómo el proyecto de nuestra escuela, Asuoya Learning Centre, había pasado de ser un mero terreno a tener las aulas definidas.
Por supuesto, no todo queda en Ghana. Me gustó tanto la transparencia y organización de Hola Ghana ONGD que siempre ando organizando colaboraciones con la pastelería de mis padres para recaudar fondos. Es un orgullo inefable que gracias a las donaciones de los linarenses los hermanos Kwabena y Kwame pueden continuar sus estudios.
A todo el que esté leyendo estas líneas y se esté planteando el voluntariado, ¡hazlo! No sabes si te va a cambiar la vida, pero a una parte de ti seguro que sí. Tenemos tantas cosas que no somos conscientes de nuestro potencial humano. Cuando lo único que tienes para dar es amor, te das cuenta de que no necesitas nada más. He visto a compañeros voluntarios que no hablaban ni una palabra en inglés, daba igual, los niños sentían aún más el afecto.
Eso sí, si te lanzas hazlo bien. Viajar con Hola Ghana es sinónimo de seguridad (en todos los sentidos), transparencia y altruismo. Ghana me enseñó que si te guardas todo el amor dentro de ti, no sirve.
¡Muchas gracias! ¡Medaase pa!
Nazaret