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TANA, JOSÉ Y HECTOR VISITAN GHANA

No fue fácil lograr un consenso con el destino. Somos tres compañeros de piso y amigos (un canario y dos maños) que residimos en Madrid y queríamos visitar África por primera vez. Tras barajar también Camerún o Senegal, finalmente nos decidimos por Ghana, quizás por su justificada fama de ser uno de los países de África más fáciles de recorrer e ideal para un primer contacto con el continente.


El nuestro no fue un viaje de voluntariado. Queríamos simplemente visitar Ghana como mochileros, pero al mismo tiempo llevar con nosotros un granito de arena para algún colectivo necesitado. A través de la Web www.trip-drop.com (que recomiendo a todo viajero que quiera saber cómo, dónde y a quién ayudar, allá a donde vaya) fuimos a dar con Óscar de la ONG HolaGhana. Durante uno de sus viajes a Madrid tuvimos también la suerte de conocerle en persona y de que nos contase de su apasionante proyecto HolaGhana y de su colaboración con el orfanato-escuela Akwadum Christian Village. Este centro brinda al momento alojamiento, acceso a la sanidad, educación, comida y cariño a nueve niños huérfanos (todos de entre dos y diez añitos) y además se complementa con una escuela para unos cincuenta de los niños más desfavorecidos de la zona.


Su historia y visión prendió en nosotros unas ganas enormes de ayudar en lo posible a este orfanato-escuela y fue ahí cuando el viaje tomó otra dimensión. Inmediatamente pusimos en marcha una serie de actividades para recolectar material escolar, deportivo y calzado en buen estado, así como donativos. Nos quedamos impresionados de cómo la gente enseguida se volcó por nuestra causa. Una fiesta de “Cumpleaños Solidario”, y un llamamiento entre nuestras empresas, círculos de amigos y vecinos del edificio, fueron suficientes para recaudar 1.315,00 Euros y para llegar a los 66 Kg de equipaje que nos permitía Air Maroc para embarcar rumbo a Ghana cargados de ilusión.


El Akwadum Christian Village fue nuestra primera parada en el país. Akwadum es una aldea rural, a unos veinte minutos de Koforidua, una ciudad pequeña a unas dos horas y media en “tro-tro” de la capital Accra (un “tro-tro” es cualquier vehículo de pasajeros que no sea una guagua o un taxi y que abarca desde minivans modernas con aire acondicionado, a camiones modificados con enorme densidad de asientos y un ambiente de sudor omnipresente).


Una vez llegados a Koforidua, llamamos a Wisdom, director del orfanato-escuela. Wisdom es un hombre de 38 años de edad y de sonrisa constante y sincera en el rostro. No es huérfano, pero durante una profunda conversación una tarde nos contó que tuvo la suerte de que una señora ghanesa que vive en Londres ya jubilada, pastora y filántropa, se hiciera cargo de su educación desde que era un niño. Esta señora es también quién tuvo la visión e hizo realidad el proyecto Akwadum Christian Village. Wisdom nos contaba que se siente tan afortunado y en deuda, que un día decidió entregar su vida a ayudar a los demás. De lunes a viernes trabaja en la escuela, mientras que los sábados visita aldeas pobres para animar a la gente más desfavorecida a ir a su misa de los domingos. Es un pastor y muy religioso, sin embargo vive la fe de manera muy diferente a como estamos acostumbrados a ver aquí en Europa; la lleva en el alma y en sus actos, y ve a Jesús como verbo y no substantivo.


Oscar de HolaGhana había coordinado nuestra visita al centro y Montse, una voluntaria de HolaGhana que había llegado justo un día antes que nosotros para un voluntariado de 6 meses, fue la encargada de recordar a Wisdom sobre nuestra llegada.


Sin habernos visto antes (ni siquiera en fotos), cuando nos encontramos con Wisdom en la estación de tro-tros nos dio un abrazo e inmediatamente supimos que habíamos creado una fuerte conexión. Cuando vio las maletas con el material que traíamos se emocionó. Luego nos contó que para él, el hecho de que hubiéramos llegado hasta ahí, sólo para verles, independientemente del material que hubiéramos llevado, ya era una rotunda victoria para ellos.


Llegamos al Akwadum Christian Village a eso de las 13:00h. Al salir del minibús, todos los niños vinieron corriendo a darnos la bienvenida. Algunos de los más pequeñitos se abrazaban a nuestras piernas. Los más mayores te agarraban de la mano o te tiraban de la camisa para preguntarte “Hello! What’s your name?”. En un primer momento traté de grabar con la cámara. Luego decidí vivir tan emocionante momento y olvidarme de grabar.


Tras saludar a todos uno a uno y jugar con ellos durante una hora y media, nos llamó Wisdom para reunimos con el jefe de estudios y transmitirles nuestra idea sobre hacer una actividad con los niños al día siguiente, el sábado. Ésta consistiría en contarles algo sobre los aviones y hacer una actividad de papiroflexia: colorear unos modelos gentilmente cedidos por la Fundación “Fly Beyond Dreams” de los compañeros de Airbus de José, para luego recortarlos, montarlos y que jugaran con ellos. El objetivo de la presentación era algo más que hablarles de aviones. Era también de sacarles de su rutina y tratar que experimentasen fascinación. Transmitir el mensaje de que nada es imposible. Volar fue un sueño inaccesible, incluso para genios como Leonardo Da Vinci. Y en 1906 los hermanos Wright no creyeron a quienes les habían dicho que su sueño era imposible de alcanzar y se convirtieron en pioneros en la historia de la aviación. Lucharon y vencieron. Y ese era justamente el mensaje que pretendíamos transmitir: nada es imposible, si luchas fuerte para alcanzarlo. La idea les pareció fantástica.


Los niños generalmente no van al colegio los sábados, pero Wisdom nos dijo que a través de megafonía en la aldea, los convocaría para las 9.00h del sábado y que ya veríamos cuántos niños vendrían. Y efectivamente. Al día siguiente, llegamos a la escuela a las 9.00h y había unos 50 niños esperándonos (¡y nos contaron que muchos habían llegado desde las 7.00h!), muchos de ellos muy bien vestidos, como si fueran a la misa del domingo. Todos estaban muy expectantes y curiosos.


Preparándonos para la actividad, dibujamos una avioneta con tiza en la pizarra para hablarles sobre las diferentes partes de un avión; preparamos un atlas que trajimos con nosotros, para indicarles desde dónde veníamos en avión; preparamos los modelos de aviones en cartulinas; sacamos lápices de colores, plastidécor, rotuladores, afiladores y 50 tijeras a estrenar, del material recolectado en Madrid; preguntamos a los profesores de dividirlos en grupos por edad y les dijimos que estábamos listos para empezar.


El primer grupo de niños (los más mayores) empezó a entrar en el aula en fila india. Con timidez y extrema disciplina se fueron sentando en silencio. José empezó la presentación y yo desde atrás con la cámara veía cómo le escuchaban, con mucha atención y respeto. Cuando José les hacía una pregunta, levantaban la mano para tomar la palabra y para responder se ponían en pie. Era también curioso que casi tan interesados como los niños estuvieran los cuidadores, tres chicos jóvenes de los cuales el mayor no debía superar los 20 años. A la pregunta de uno de los cuidadores de “¿Dónde es posible ver un avión?” nos dimos cuenta de que realmente era algo desconocido no sólo para los niños.


Después de la breve presentación pasamos a colorear. Los niños pintaban muy concentrados y con mucho esmero. Me resultó curioso ver cómo compartían los colores entre ellos. El compartir para ellos es lo normal. También noté que la inmensa mayoría elegía los colores de su bandera: el rojo, el amarillo y el verde. Una niña pintó su avión con franjas roja, amarilla, verde, roja, amarilla y roja. Nos dijo que el rojo, amarillo y rojo eran los colores de la bandera española, que se los había enseñado Laura, una voluntaria que estuvo allí con ellos varios meses.


Llegó la hora de recortar, y para muchos era la primera vez que cogían unas tijeras con sus pequeñas manos. Los mayores recortaban sin problemas pero de los más pequeños siempre recordaremos esas vocecitas diciéndonos “Sir, can you help me?”. Algunos le recortaron las alas al avión y después venían a pedirte ayuda con carita como diciendo “¿Cómo podemos arreglar esto?”. ¡Más lindos!


La actividad duró casi 3 horas. Uno de los momentos más bonitos y emocionantes fue cuando salieron todos fuera con sus aviones y al canto de “un, dos, tres” los tiraron todos a la vez a volar y empezaron a jugar y a gritar.


Para concluir la actividad, Wisdom los mandó de nuevo a sentarse y les explicó que habíamos venido desde muy lejos para estar con ellos, que estaba seguro de que algo habían aprendido de ese día, y que nunca dejasen de aprender. Wisdom les dijo algo en tree (el idioma local) y de repente en coro todos nos agradecieron con un “God Bless You” y luego con un “We love you” el haber llegado hasta allí. No sabían que los que realmente estaban agradecidos éramos nosotros, que nunca hubiéramos pensado que una experiencia como esa fuese a ser tan enriquecedora y emotiva.


Ese día acabamos exhaustos, y almorzamos en la mesa con los ocho niños del orfanato (hoy día ya son nueve, 4 niños y 5 niñas). La “Mummy” Letizia y la “Aunty” Elizabeth que viven ahí con los niños y que son un encanto, nos trataron como tres más de la familia.

Al día siguiente, tras un desayuno fuerte para afrontar un largo día de viaje hacia el norte del país, nos despedimos de nuestra nueva familia ghanesa y dejamos atrás uno de los recuerdos más bonitos del viaje… y de nuestras vidas.


La mayor parte del dinero recaudado (1.115,00 Euros) irá destinado a un proyecto de mayor impacto que se definirá este verano, cuando otros voluntarios de HolaGhana realizarán otros eventos benéficos y tengamos una mejor idea del monto con el que contamos y el tipo de proyecto que se podrá abarcar. Otra pequeña parte del dinero recaudado (200,00 Euros) se ha destinado a comprar mosquiteras para todas las aulas del centro. En un principio queríamos comprar más material escolar una vez allí, pero no esperábamos haber recolectado tanto material en Madrid, y realmente en este momento no era una prioridad para ellos, mientras que las mosquiteras si lo eran. A la maravillosa gente que nos ha apoyado en la recaudación, decirles que les tendremos informados sobre el proyecto que finalmente se realice.


Queremos agradecer a todos los que han aportado su granito de arena para apoyar esta iniciativa y por ende, a los niños del Akwadum Christian Village: a mis compañeros del hotel y de la Parranda de música folclórica canaria “Mojovivo” de Madrid; a los compañeros de Jose de la Asociación “Fly Beyond Dreams”; a los compañeros de Hector; a nuestros queridos vecinos de Narciso Serra 6, a nuestros familiares, amigos, e incluso amigos de amigos. No queremos olvidar agradecer a Oscar de HolaGhana, por orientarnos y ayudarnos en coordinar la visita, y por su magnífica labor; y a Montse, voluntaria de HolaGhana que estará allí hasta Agosto de 2013 y que nos está ayudando en la definición del proyecto en el terreno. Pueden todos sentirse orgullosos. Y de parte de Wisdom y los niños: que Dios les bendiga.

“Si la gente pudiera ver que el cambio se produce

como resultado de millones de pequeñas acciones

que parecen totalmente insignificantes,

entonces no dudarían en realizar estos pequeños actos”

Howard Zinn​​

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